LOOKING FOR ‘POWERFUL FRIENDS’: IRISH AND ENGLISH POLITICAL ACTIVITY IN THE SPANISH MONARCHY (1640-1660)

Autor: Igor Pérez Tostado

Directores:Laurence Fontaine y Fernando Bouza Álvarez

Centro de Lectura: Instituto Universitario Europeo (Firenze)

Tribunal: Declan M. Downey, John H. Elliott, Laurence Fontaine y Bartolomé Yun Casalilla

Fecha de lectura: 24 de septiembre de 2004

Calificación: La universidad no concede grados

Palabras claves: Irlanda, Inglaterra, España, Española, exilio, corte, grupos de presión, historia política, historia diplomática, identidad, presentación social.

Durante buena parte de los siglos XVI y XVII, la corte española de los Austrias fue uno de los centros políticos más poderosos y ostentosos de Europa. Por detrás de sus celebraciones cívicas y religiosas, y la más estricta y refinada etiqueta, se discutían medidas y adoptaban políticas con repercusiones a nivel planetario. La corte era el lugar de confluencia de las élites gobernantes y de los gobernados, de la monarquía católica, la aristocracia internacional y de las diferentes élites regionales y locales, y el escenario donde tenían lugar los intercambios de gracia y servicio todos los niveles. En breve, la corte española era el lugar de confluencia y arena de interrelación de un conglomerado político a nivel mundial.

Esta tesis se ha acercado a esta forma de plantear la corte moderna desde el punto de vista de unos grupos humanos foráneos, los irlandeses e ingleses, que por distintos motivos participaron en este juego político durante las décadas centrales del siglo XVII, con el objetivo de modificar la política externa de la Monarquía Hispánica. El objetivo de esta tesis ha sido de analizar el nacimiento, funcionamiento y declive de la presión política en la corte, integrando las relaciones diplomáticas en su contexto social, político y cultural.

La participación política de los grupos extranjeros en la formación y desarrollo de la política externa de la Monarquía Hispánica se basó en las pautas de emigración, de organización interna, la invención de una memoria colectiva y de un proyecto de futuro, la representación cultural ante las comunidades de acogida y sus autoridades, lo que permitió, a distintos niveles y sujeto a un dinamismo y fuerte variabilidad basada en factores externos.

Mi propuesta se encuadra dentro del marco de tres tendencias historiográficas actuales. La primera es el estudio de la cultura política y de la práctica política, de la circulación de ideas y valores y del ejercicio del poder en la Europa Moderna. Dentro de esta tendencia, mi estudio analiza cómo pequeñas comunidades de exiliados y emigrados, sin el apoyo ni el respaldo de ninguna monarquía ni república europea, fueron capaces de construir y conquistar un espacio y una cuota variable de poder dentro del entramado político más poderoso de la época, la Monarquía Hispánica. El segundo debate historiográfico en el que se imbrica mi trabajo es en del estudio y conocimiento de de la emigración y establecimiento de las comunidades irlandesas e inglesas en la Monarquía Hispánica, una línea de investigación que forma parte del estudio de las comunidades extranjeras en la Monarquía, abierta en los años 60 por Jordi Nadal y Antonio Domínguez Ortiz. El tercer y último debate historiográfico en el que mi trabajo pretende hacer una aportación es la cuestión en torno a la influencia del continente europeo en los acontecimientos que sacudieron las islas británicas en las décadas centrales del siglo XVII, en la línea propuesta por Elliott, Ohlmeyer e Israel de estudiar los conflictos insulares en un contexto de guerra de los cinco reinos. En este respecto, a través de mi estudio se aprecia cómo la guerra continental provocó profundos cambios en la forma que estos grupos foráneos pudieron desarrollar su labor política, sobre todo en Portugal.

Las similitudes, diferencias, paralelos, confrontaciones y colaboraciones entre las comunidades inglesa e irlandesa y la sociedad y autoridades hispanas, ofrecen una variedad de texturas y riqueza de situaciones que el estudio de un solo grupo perdería. Es por ello que este estudio ha adoptado un enfoque dual al problema, estudiando estas dos comunidades simultáneamente, ya que he considerado esencial entender estos grupos, no como mundos cerrados, o simplemente en contacto con la sociedad hispana, sino también en interacción con los demás grupos extranjeros.

La metodología de trabajo se ha basado principalmente en el cotejo y cruce, a través de un tratamiento informático de la información cualitativa, de la información referente a estos grupos, sus lazos y su actividad preservada en los distintos archivos europeos a los que he tenido acceso. Aunque una de las fuentes principales ha sido la información recopilada en la sección Estado del archivo de Simancas, se ha procurado siempre cotejar estos datos con los obtenidos en otros grandes nacionales europeos (Lisboa, París, Bruselas, Roma, Londres, Madrid, Ginebra etc.) y de otras fuentes contemporáneas, como panfletos, cartas, hojas de noticias, correspondencia privada, testamentos, fuentes literarias y sobre todo archivos de instituciones religiosas. Mención aparte merece el capítulo dedicado al Caribe hispano, cuyas fuentes principales han sido el Archivo General de Indias y la Biblioteca del Museo Naval.

El marco geográfico ha sido tan amplio como exigían las ramificaciones de la actividad de los grupos irlandeses e ingleses, donde la Monarquía Hispánica, pese a su importancia, no era más que una parte. Francia, Portugal y Roma tuvieron un papel complementario importante, ya que muchas veces la actividad irlandesa o inglesa en Madrid o Bruselas estaba calculada o coordinada en relación con los acontecimientos sucediendo en los demás centros de poder europeos. Finalmente, los territorios extra-europeos de la Monarquía Hispánica, tomando como caso la isla de Española, también han sido tenidos en cuenta a la hora de analizar la emigración o la participación política en los diversos territorios de la monarquía.

El marco cronológico de esta investigación se centra en las dos décadas centrales del siglo XVII y responde a una motivación clara. Este arco cronológico cubre no sólo todo el periodo de las guerras civiles en las islas británicas, sino también el periodo definido por el profesor Alcalá-Zamora como los años críticos del reinado de Felipe IV. Este periodo convulso fue testigo también de cenit y rápido declive de la actividad política extranjera en la Monarquía Hispánica.

El trabajo se articula en 6 capítulos de los cuales los primeros dos se plantean en torno al problema de la emigración, el establecimiento, la organización y la representación de los grupos irlandeses e ingleses en la Monarquía Hispánica, teniendo también en cuenta los aspectos relacionados con la percepción y recepción de estos grupos en el seno de la monarquía. En ellos se demuestra que, pese a las diferencias, las pautas de migración, representación e integración con las autoridades hispanas fueron las bases sobre las que se construyó la participación política tanto irlandesa como inglesa en la Monarquía Hispánica. Las circunstancias variaban de gran manera, no sólo entre un grupo y otro, sino también dependiendo de la posición geográfica en los amplios dominios del monarca católico. Es por ello que el tercer capítulo mira hacia las distintas pautas de emigración, organización y participación política desarrollados simultáneamente en los territorios no-europeos de la monarquía de Felipe IV, centrándose en la isla de Española y ofreciendo un necesario contra ejemplo del modelo de interacción dominante en Europa. En este contexto simultáneo pero alejado, la presencia extranjera era percibida por la Monarquía Hispánica como ilegal, peligrosa, en breve, como un peligro para la seguridad e integridad de sus dominios. Al mismo tiempo, las autoridades locales se daban cuenta y en Madrid era necesario admitir, que los bienes y servicios prestados por estos extranjeros eran indispensables para la supervivencia de los asentamientos hispanos en lugares como la isla de Española. Este factor hizo que los ingleses e irlandeses que se establecían entre ellos fueran muy valiosos para las comunidades locales, y por ello alcanzaron mayor prominencia en un ritmo de ascenso social también más acentuado y una evolución, ritmos y rutas migratorias diferentes. Estos elementos crearon un modelo alternativo de interacción política con comunidades de extranjeros más pequeñas pero a la vez mucho más influyentes en asuntos locales y en la política regional que en Europa.

Los capítulos 4 y 5 estudian el apogeo de la actividad política irlandesa e inglesa en la corte hispana antes de 1655. A través del análisis de las diferentes y complejas negociaciones desarrolladas durante los años 1640 y principios de los años 1650, estos capítulos estudian las prácticas políticas en las que los ingleses e irlandeses tenían que integrarse, los recursos a su disposición, la forma en la que usaron estos recursos y sus variables oportunidades de éxito y fracaso. Los irlandeses se agarraron a los lazos de ‘recíproca correspondencia’ que habían ido tejiendo con la Monarquía Hispánica a lo largo de la generación precedente queriendo llevarlos a sus últimas consecuencias. Sin embargo la Monarquía Hispánica contempló su relación con los católicos irlandeses desde una posición de ‘conveniencia y piedad’ en la que se combinaban los buenos propósitos del rey y sus consejeros y las acuciantes necesidades prácticas de una monarquía acosada militarmente.

En el caso de los grupos ingleses, éstos no fueron capaces de alcanzar una masa crítica que les hubiera permitido construir una confianza y lazos de reciprocidad tan sólidos como los de la comunidad irlandesa; Madrid no abandonó hasta 1630 el patrocinio de los católicos de aquel reino, y siguió protegiendo a los católicos exiliados. Al tiempo del inicio de la guerra entre Carlos I y sus súbditos, fue la comunidad mercantil residente en la corte, encabezada por Benjamin Wright, la que dirigió y mantuvo vivas las relaciones entre la corte de Felipe IV y los medios realistas británicos. Mientras, el único agente hispano en Londres, Alonso de Cárdenas, tejió una tupida red de contactos dentro del bando parlamentario. Sin embargo, para fines de 1649 la corte española se convirtió en el centro de la lucha política entre parlamentarios y realistas, ambos grupos luchando por obtener el apoyo del monarca católico a través de todos los recursos a su alcance. Al contratio que la comunidad irlandesa, que había construido un fuerte lazo de protección y servicio con la Monarquía Hispánica, los grupos ingleses tuvieron que basar su acción en otros medios de presión (contactos en la corte, apoyo popular, prensa, apoyos entre la comunidad diplomática, manipulación de la opinión pública, etc.). El desenlace de las luchas internas fue la desintegración de la capacidad política de ambos grupos, evidente para el momento del ataque de Cromwell.

Aunque la dinámica de las relaciones entre la Monarquía Hispánica y los grupos ingleses e irlandeses parecía, para principios de la década de 1650, haber desembocado en un callejón sin salida, elementos exógenos permitieron la reactivación de la actividad inglesa e irlandesa en la corte hispana, siendo éste el periodo más maduro y complejo de las relaciones entre ambas comunidades y la Monarquía Hispánica, en el que irlandeses católicos y realistas exiliados colaboraron a regañadientes para obtener el máximo apoyo de la Monarquía. Este periodo, que se cierra con otra serie de aspiraciones truncadas en la negociación del Bidasoa, representó a la postre el canto de cisne de la actividad política desarrollada por los grupos emigrados de las islas británicas en la Monarquía Hispánica, precediendo a la rápida desintegración, si no de las comunidades extranjeras, sí de sus actividades y aspiraciones políticas.

Pese a estos pobres resultados finales, las comunidades irlandesas e inglesas en la Monarquía Hispánica, partiendo casi desde cero, tuvieron primero que crear una base de estructuración social interna y la necesaria articulación ideológica y unidad de objetivos con los cuales intentar cambiar la política externa de la Monarquía Hispánica. A través de una exitosa campaña de propaganda, de representación social y de integración cultural y religiosa, llegaron a acariciar la posibilidad de influir en la política exterior de la Monarquía Hispánica, el mayor conglomerado político de la época. Para ello recurrieron a todos sus medios a su disposición, desde la imprenta a los amigos poderosos en la corte, y algunas veces incluso al asesinato para unos lazos de obligación mutua entre la comunidad emigrada y la autoridad política. Pese a que cosecharon algunos triunfos, nunca llegaron a cumplir plenamente sus aspiraciones ya que su capacidad de impacto y margen de maniobra era limitada y dependiente en parte en una multitud de factores que estaban fuera de su control. Sin embargo, a través de su actividad crearon y desarrollaron una forma particular de interrelación política que tuvo un impacto considerable en la política hispana durante las turbulentas décadas centrales del siglo XVII, cuyo estudio permite profundizar en una comprensión más amplia de la práctica política en la Monarquía Hispánica en la edad moderna, y de la política europea de la época en general, donde es necesario calibrar el papel político jugado por los grupos de presión extranjeros.

Revista semestral presente en:
Tiempos Modernos: Revista Electrónica de Historia Moderna
ISSN: 1699-7778