Lo legal y lo ilegal en la contratación... por Manuel Díaz
LO
LEGAL Y LO ILEGAL EN LA CONTRATACIÓN DEL ASIENTO DE JARCIA PARA LA ARMADA
ESPAÑOLA.
Manuel
Díaz Ordoñez.
En trabajos
anteriores[1] ya hemos abordado los asientos
de jarcia[2] en España para la Armada
Real en la primera mitad del siglo XVIII. En ellos hemos esbozado los primeros
intentos de la Marina de guerra española por establecer una red estable
de suministro de materiales navales orientada según los criterios de
una política reformista. En el presente trabajo queremos destacar algunas
de las maniobras que rondando la legalidad, se ocultan bajo un manto de adjetivos
inciertos como el de "hacer un regalo", o "tener una atención"
que desplegaron sin pudor los candidatos a la adjudicación del asiento
de jarcia para la Armada Real de 1739.
Los asientos
de jarcia
A partir
de 1730 la demanda estatal española de cordelería naval, al igual
que la de otros productos estratégicos, aumentó de una forma muy
considerable. Este hecho no se producía como consecuencia de una coyuntura
bélica circunstancial (las campañas italianas o las acciones de
castigo en la costa africana), o como producto de una especial intensificación
del comercio marítimo, sino que se debía a las necesidades derivadas
de la consolidación de la nueva Armada Real concebida desde la óptica
reformista[3]. Las nuevas necesidades de
materiales de construcción naval, entre los cuales encontramos precisamente
la jarcia como uno de los más importantes, justo detrás de la
propia madera, se han originado fundamentalmente por el incremento de la demanda
de los arsenales peninsulares (Ferrol, Carraca y Cartagena). Esta jarcia se
destinó principalmente a dotar el aparejo de las nuevas unidades botadas
en las instalaciones oficiales, aunque no será despreciable la cantidad
de cabuyería que también de destinará a la edificación
de las propias instalaciones de los arsenales (almacenes, gradas, diques, obrajes,
etc.).
Hasta aquel
momento, principios de los años 30 del siglo, la Secretaría de
Marina acuciada por las carencias presupuestarias, simplemente había
contratado los géneros necesarios para surtir sus unidades con asientos
y contratas pequeñas de suministro. También es cierto que las
necesidades no eran precisamente grandes, debido al escaso número de
unidades navales que forman la flota de guerra. Sin embargo, la propia precariedad
de medios producía en numerosas ocasiones que los buques que sufrían
desperfectos inesperados tormentas, accidentes, etc.-, fuera del lógico
plazo de "vida útil" de los equipos, quedaran fuera de servicio
al no existir repuestos en las bases navales. Para remediar estas carencias
la Secretaría de Marina centrará sus esfuerzos por coordinar efectivamente
una serie de acciones encaminadas a dotar a la flota de suministros en todos
los frentes: para las nuevas construcciones, para repuestos en las unidades
operativas y repuestos extraordinarios en las bases navales.
Las acciones
reformistas en la Armada Real se enfrentarán, no obstante, con circunstancias
imprevisibles básicamente representados por el estallido de conflictos[4].
Esta cuestión se evidencia especialmente en la propia preparación
de expediciones bélicas, en las que se observan las urgencias de la Marina
para conseguir repuestos inmediatos antes de la partida de las escuadras[5].
Estas limitaciones materiales eran completamente contradictorias con el espíritu
planificador reformista y, por lo tanto, con la propia política de fomento
de la Armada. La Secretaría de Marina se impuso como meta inmediata el
diseño de un nuevo sistema de aprovisionamiento de cordelería
naval para la flota que pudiera afrontar el objetivo de una nueva Armada Real
potente que asegurara el tráfico ultramarino español.
Las primeras
medidas que ejecutará la Marina se dirigirán a cuantificar las
necesidades efectivas de materiales y a estudiar los métodos de suministro
utilizados hasta aquel momento. En el primer término se interroga a los
funcionarios de los arsenales y a los oficiales embarcados para establecer una
aproximación a la jarcia necesaria. En el segundo término se recuperan
los contratos de suministro realizados desde el siglo anterior y se estudian
para valorar sus aspectos positivos y negativos. Estas operaciones se irán
desarrollando desde 1735 hasta 1737 en cuyo año parecen haberse consolidado
y elevado datos definitivos. De esta forma, la Secretaría cifró
en unos 7.500 quintales anuales de jarcia para Cádiz y Cartagena y entre
4.000 y 5.000 quintales de jarcia para repuestos a repartir entre dichos arsenales.
Los contratos antiguos habían revelado que se ajustaron sobre pequeñas
cantidades de materiales y que estaban llenos de cláusulas favorables
al asentista que repugnan a los funcionarios de la Secretaría. La decisión
sería inmediata: sacar a concurso un asiento para cubrir las necesidades
de la Armada Real, pero con un carácter más "moderno",
es decir, más favorable a la Marina.
La negociación
del nuevo asiento de jarcia.
En 1737
Antonio Sartine, intendente de Cataluña, convocó, mediante un
pregonero, las condiciones del nuevo asiento de jarcia según las nuevas
directivas emitidas desde la Secretaría de Marina. Josep Basora i Roger,
un soguero barcelonés[6], asentista
para la Armada Real en activo en aquel momento, sería el primer solicitante.
En realidad se limitó a realizar una copia de la escritura de su asiento,
en vigor desde 1733, para entregarla en la Contaduría de la Intendencia.
En cuanto al contenido de su propuesta, sólo actualizó a la baja
los precios pactados en su primer compromiso, sabedor que al concurso de licitación
de la contrata ya no se presentaría en solitario como en anteriores ocasiones.
En efecto, tanto en los fondos documentales de la intendencia del Principado,
como en los de la propia Secretaría de Marina aparecen numerosas instancias
y "pedimentos" realizados por un grupo de mercaderes catalanes. En
su correspondencia privada, dichos comerciantes se refieren a ellos mismos con
la palabra interessats en el asiento de jarcia por lo que utilizaremos
este término para referirnos a ellos en adelante. La formación
de este grupo, sus orígenes, filiaciones familiares con el comercio catalán
y sus actividades se han tratado en numerosos trabajos entre los que hay que
destacar el clásico de P. Vilar Catalogne dans l'Espagna Moderna [7].
Respecto a los objetivos de los interessats para participar decisivamente
en los asientos oficiales hemos sugerido en otra ocasión[8]
la relación de esta actividad y la incorporación del mercado y
el comercio catalán al tráfico colonial. Este aspecto ha sido
reseñado por diferentes autores[9]
que apuntan que el mayor beneficio de estos comerciantes radicaría en
una pronta acumulación de capitales procedentes de los arrendamientos
públicos[10], incrementado por
las amplias posibilidades de intercambios que se les ofrecían en la instauración
de rutas estables de navegación de cabotaje en el eje Barcelona-Cádiz.
El concurso
de licitación del nuevo asiento de jarcia para la Armada Real sería
un escenario muy dinámico dónde los contendientes, por un lado,
Josep Basora, y por otro lado, los interessats elaborarían y ejecutarían
numerosas maniobras rozando la legalidad para conseguir el contrato.
Las estrategias
legales
Losinteressats
serán dirigidos desde el principio por Josep Puiguriguer y Agustí
Gibert. Ambos eran personas ya muy conocidas en el ambiente comercial de Barcelona
por lo que no les fue difícil utilizar sus contactos en la administración
para pulsar la orientación de la decisión de la Corte en la adjudicación
del contrato. De esta forma, los interessats pronto obtendrían
noticia de que Basora les iba ganando en la decisión final, pues se valoraba
en su candidatura la larga experiencia en el suministro y fabricación
de cordelería para la Armada Real.
Con este
ánimo los dos comerciantes catalanes decidieron negociar directamente
con Basora para conseguir, bien su renuncia en el concurso, previo pago de una
cantidad de indemnización generosa, o bien la constitución de
una compañía entre ambos contendientes para repartir beneficios.
En este sentido iniciaron una larga serie de correspondencia con Josep Basora
que quedará reflejada en algunos borrradors y copiadors de
cartes de la Casa Alegre[11] y que
ahora se conservan en la Biblioteca de Cataluña de Barcelona.
Esta correspondencia
sitúa a Josep Basora durante 1737 en Cádiz supervisando las entregas
de material de su anterior obligación, concertada en 1733, y retrasando
al máximo su vuelta a la ciudad condal, probablemente para demorar la
negociación directa con sus competidores. El comportamiento del soguero
catalán no tenía nada de extraño si atendemos a la circunstancia
de que, en secreto, había estado redactando un nuevo asiento en el que
incluía una serie de modificaciones que, en su opinión, le pondrían
en una posición superior a sus competidores. Josep Puiguriguer y Agustí
Gibert no dejaron de enviarle misivas que recibían siempre la misma respuesta:
Basora no volvía porque la conclusión de su asiento anterior le
retenía indefectiblemente en la bahía gaditana. Los interessats
comprendieron pronto que el acuerdo con el antiguo asentista no sólo
sería difícil, sino que se revelaba prácticamente imposible
por las continuas negativas de Basora durante la primera mitad de 1738. Este
pensamiento se convertirá en certeza cuando se les notifica oficialmente
en la intendencia de Barcelona que en el mes de septiembre Josep Basora, representado
por su primo Antoni Basora, ha presentado en la Corte un nuevo pliego de contrata
de suministro[12].
Es lógico
pensar que la decepción de los interessats fue enorme, máxime
cuando en la nueva propuesta de Basora se detallaba una rebaja importante de
precios respecto a su anterior asiento que inclinaría más la balanza
a su favor en la decisión oficial. Puiguriguer y Gibert celebraron una
reunión dónde se acordó que, en adelante, la competencia
con Basora no tendría cuartel y que se tomarían todas las medidas
necesarias, sin escatimar, para conseguir la contrata. Para preparar un plan
de choque en sus próximas acciones contra Basora, los socios consultaron
a Francesc Aparici, Oidor Real de la Real Audiencia de Barcelona, y a la sazón
viejo colaborador de negocios de ambos socios[13],
sobre las posibilidades, más o menos, legales que podrían utilizar.
Mientras
esperaban una respuesta de su asesor legal, los interessats prosiguen
sus acercamientos a Basora para, al menos, concertar una entrevista con él.
Para ello aprovecharán que el soguero catalán finalmente se desplace
a finales de septiembre a la ciudad. Agustí Gibert consigue convencer
a Basora que asista a una reunión en la sede del escritorio de comercio
de la Casa Alegre a celebrar el 1 de octubre de 1738. Ese día en la calle
de Montcada de Barcelona se reunieron Josep Puiguriguer y Agustí Gibert,
como representantes de los interessats, y Josep Basora. La propuesta
de los socios fue determinante: admitían el último escrito del
soguero como único, reconociendo igualmente las rebajas en él
incluidas, pero ofrecían que los beneficios y gastos se repartieran por
igual en dos mitades. En el asiento figuraría como persona principal
el propio Basora y los interessats sólo aparecerían en
el documento notarial que certificara el repartimiento de beneficios y gastos
pactado. Josep Basora rechazó de plano esta posibilidad, negándose
en redondo a admitir participaciones en su propuesta de asiento, especialmente
si esto significaba reconocer al grupo comercial barcelonés como socios
de derecho.
Sorteando
esta primera negativa en la negociación, Josep Puiguriguer ofreció
que el contrato se repartiera en participaciones o setzens,[14]
de igual forma que se realizaba tradicionalmente con la barca -empresa
comercial y de transporte catalana[15].
Los interessats proponían a Josep Basora que utilizando esta fórmula
cada individuo, interesado en participar en la contrata, podría tomar
las partes que pretendiera. Así se le ofrecía al soguero la posibilidad
de que éste adquiriera la mayor parte de las participaciones del negocio,
quedando Josep Basora como el sujeto principal del asiento por encima de sus
asociados. Basora receló con motivos de esta fórmula, pues a todas
luces el potencial económico de sus interlocutores era mucho más
elevado que el suyo. Además, en esta propuesta no se le aseguraba en
ningún caso al soguero catalán que en el momento de la firma del
contrato tuviera prerrogativas para adquirir estas participaciones sobre los
demás partícipes.
Josep Basora
se mostró inflexible en sus posiciones iniciales, no aceptando ninguna
de las propuestas expuestas dando por finalizado el encuentro y manifestando
claramente su intención de no avenirse a ningún acuerdo. Los interessats
le indicaron, agotando sus argumentos de negociación, que debía
tener en cuenta el gran volumen de negocio que el nuevo asiento representaría
y que él quizás no podría, por sí sólo, hacer
frente a los desembolsos que tendría que realizar para las compras de
cáñamo, jornales o seguros que eran necesarios. Esta prevención
no sólo era un recurso más del abanico de ardides de los negociantes
catalanes, sino que realmente era un aspecto importante a tener en cuenta por
todos los candidatos. La reunión concluía así con una enemistad
declarada entre ambos grupos, postura que se verificaría más adelante
como irreconciliable[16].
2.2. Las
estrategias ilegales.
Agotadas
las posibilidades de acuerdo amistoso con Josep Basora, los comerciantes barceloneses,
asesorados legalmente por Francesc Aparici, desplegarán todo tipo de
medidas. Aparici comenzó a consultar el pliego entregado por Josep Basora
para analizar algún punto débil que permitiera la entrada en el
negocio de sus socios. De esta forma Aparici ideó que Josep Puiguriguer
y Agustí Gibert contactarán con el procurador y primo del soguero
barcelonés Antoni Basora para que, ante notario, hiciera una cesión
de parte del pliego. Aparici argumentó que cualquier procurador, autorizado
por su procura reconocida notarialmente, podía realizar operaciones de
venta o cesiones de un contrato.
Josep Basora
tuvo constancia de las maniobras del grupo de comerciantes en torno a su primo
y decidió desplazarse urgentemente a la Corte para conseguir alguna medida
de la administración que le garantizara su control total sobre el asiento.
Por su lado, los interessats cautivaron a Antoni Basora con la promesa
de una importante cantidad si accedía a la venta indirecta del asiento
y comenzaron a redactar los documentos necesarios. Sin embargo las expectativas
depositadas en esta medida se frustraron cuando, a mediados del mes de octubre,
el Correo Extraordinario de la Corte hizo pública una nota aclaratoria
expedida por la Secretaría de Marina. En ella se especificaba que los
apoderados o procuradores presentados a los actos de licitación de asientos,
no debían ser considerados como propietarios o sujetos principales a
no ser que realmente lo fueran, presentando para tal fin, como estaba prescrito,
las fianzas y seguridades necesarias en la obligación del pliego. Las
gestiones de Josep Basora ante Somodevilla habían sido sumamente efectivas,
provocando un gran desaire a los comerciantes barceloneses que ya se aprestaban
a cerrar el trato con el procurador de Basora.
Agustí
Gibert anunció a su red de corresponsales que se había cerrado
de forma definitiva cualquier posibilidad de arreglo amistoso entre los socios
y Josep Basora:
"En
vista pues de no subsistir ya el ajuste hecho aquí y de que nosotros
más queremos el Assiento solos, remitimos el pliego adjunto que va en
nombre de los padre e hijo Boxò sugetos muy inteligentes en esta materia
y que tienen caudales con que interesar en el negocio"[17].
Los interessats
decidieron afrontar la competencia por el asiento con todos los medios a su
alcance. Se impusieron, en primer término, el análisis de la situación[18]:
¿ qué ofrecía Basora a la Marina que los interessats no
pudieran ofrecer?. La respuesta era clara, Basora era un soguero por lo que
ofrecía experiencia del propio trabajo y había realizado varios
contratos previos con la Armada Real. Es decir, Basora había demostrado
a la administración que podía controlar tanto el aspecto técnico,
como el aspecto económico-administrativo que conllevaba el asiento de
jarcia. El paso siguiente para Puiguriguer y Gibert radicó en proponer
soluciones alternativas que pudieran superar la carencia de experiencia que
la Marina les achacaba en la comparación con el soguero catalán.
Unos días después, los interessats ya disponían
de una estrategia para competir con Basora apoyada en tres frentes: en el contrato
presentarían dos técnicos en cordelería como sujetos principales
del asiento para la Marina (experiencia técnica); practicarían
el soborno de diferentes funcionarios que pudieran inclinar la balanza en su
favor en la decisión; y finalmente, mejorarían la oferta del asiento
de Basora rebajando aún más los precios finales de los productos.
En esta
línea de actuación, Josep Puiguriguer y Agustí Gibert convencieron
a los artesanos Ignasi y Joan Buxò puesto que, además de ser buenos
sogueros de Barcelona, ya habían realizado pequeños contratos
con la Marina, por cuyo motivo sus nombres ya eran conocidos en medios oficiales[19].
Como ejemplo del segundo frente referido al soborno de funcionarios debemos
destacar por su importancia, el intento al propio Somodevilla que podemos extraer
de estas instrucciones dadas al apoderado de los interessats en Madrid
Jaume Planell:
"Y como
se discurre que el principal que se ha de tener proposicio es el señor
Don Cenon y este actualmente parece estar inclinado a Besora, si se digna proteger
nuestra pretension como ventajosa a los reales intereses estamos en el animo
de mostrarnos agradecidos con este cavallero danodonos V. M. el camino de lo
que devemos hazer"[20]
Estos procedimientos
"indirectos" de los interessats se multiplicaron en la medida que aumentó
en intensidad la competencia por el contrato. Recurrieron en diversas ocasiones
al tráfico de influencias a través de determinados personajes,
bien situados en la administración. A esta nueva directiva de acción
corresponde el informe que dirigió José Inocencio Aparicio[21],
secretario de la Corona y Contador Mayor del Infante Cardenal, a Cenón
Somodevilla[22]. Aparicio criticó
las posibilidades de Basora para cumplir el asiento, incidiendo en las limitadas
fianzas que había propuesto en su pliego, para finalmente asegurar que
sus "conocidos" los Buxó estaban respaldados por la gran garantía
que representaba la Compañía Alegre de Barcelona.
2.3. La
competencia por el asiento.
Tras consultar
el último pliego de Josep Basora los interessats entregaron el
24 de octubre[23], mediante su apoderado
en la Corte Jaume Planell, un pliego en el que fundamentalmente presentaba como
elemento más innovador, una rebaja de tres reales en todos los géneros
contratados respecto al de Basora. La respuesta de Basora no se hizo esperar
y, el 25 de noviembre, su padre Josep Basora -su nuevo apoderado-[24],
presentaba una nueva proposición al Almirantazgo descontando un real
de los precios ofrecidos por los interessat. Esta guerra de precios se
alargará hasta bien entrado el mes de diciembre en el que Josep Basora
hizo una nueva rebaja en el costo de la jarcia para la Real Hacienda. En este
momento el importe medio del quintal de jarcia se había rebajado hasta
un 5,46 % respecto a los precios establecidos en el asiento de Basora de 1733.
CUADRO 1
Comparación
entre los últimos asientos de
jarcia celebrados
en el siglo XVIII en reales y maravedíes[25]
ASIENTOS
|
Jarcia
alquitranada 2 pg. En adelante |
Jarcia
blanca
2
pg. en adelante |
Baiben,
piola y
Merlín
alquit. |
Baiben
y sondaleza blanca |
8.XII.1722
Juan
de Ansalar |
142
reales y 17 |
157
reales y 17 |
180
reales |
280
reales |
6.VI.1732
John
Burnaby |
131
reales y 26 |
265
reales y 30 |
173
reales y 6 |
265
reales y 3 |
15.IX.1733
Josep
Basora |
135
reales |
160
reales |
150
reales |
180
reales |
16.XI.1738
Josep
Basora |
129
reales |
151
reales |
144
reales |
166
reales |
Más
allá de las simples diferencias económicas entre las respectivas
propuestas de ambos grupos competidores, éstos también mejorarán
su oferta total variando algunos puntos de sus respectivos pliegos, en beneficio
de la Marina. En concreto, Basora había aceptado que los géneros
remitidos a los arsenales fueran comprobados antes de su definitiva entrega
en las dependencias de esta instalación. Por lo tanto, el asentista no
recibiría el pago hasta haberse supervisado las calidades y estado del
producto entregado. El pliego de los interessats reflejó finalmente
que aceptarían una supervisión que se realizaría en el
puerto de Barcelona antes de su envío al arsenal ahorrándose por
lo tanto los gastos del transporte si el género no era aceptado.
Basora se
conformó también con que la Marina le otorgara una franquicia
fiscal para él y sus dependientes que trabajaran en Cádiz y Cartagena
para el asiento. Por su parte, Agustí Gibert y Josep Puiguriguer pedían
que esta franquicia se extendiera hasta los que trabajaran para el asiento en
Barcelona, incluyéndose ellos mismos en este apartado y solicitando el
fuero de Marina para todos. Finalmente, Basora solicitó que se le anticiparán
18.000 pesos que se comprometía a devolver en el plazo de tres años,
cantidad que los interessats elevaron hasta los 20.000 pesos y su devolución
a los cinco años.
La oferta
económica más ventajosa para la Real Hacienda era la ofrecida
últimamente por Josep Basora y así fue reconocida por la Marina[26]
en diversos informes. Con estas noticias favorables sobre la propuesta de Basora,
emitidas por la propia organización de la Armada, era de suponer que
la decisión no se hubiera demorado excesivamente, habida cuenta de la
urgencia que ésta tenía en reanudar el suministro de jarcia para
sus buques. Sin embargo, el dictamen de la Secretaría de Marina se retrasó,
principalmente, por el efecto de las dudas que sembraron los funcionarios que
operaban a las órdenes de los interessats en la propia Marina.
Por ejemplo, las reiteradas gestiones de José Inocencio Aparicio ante
la Secretaría de Marina, obstaculizaban el resultado del concurso al
insistir, una y otra vez, en sus críticas sobre la solidez de las fianzas
del soguero catalán. El asunto debió subir de grado porque llegó
a interesar al propio Somodevilla que ordenó a los oficiales de la intendencia
del Principado una exhaustiva investigación, más allá de
la simple comprobación de bienes para la fianza del anticipo que se daba
en el asiento, sobre los bienes y el poder económico del soguero barcelonés:
"Antonio,
ni a su padre se le conozen bienes con que asegurar la anticipación y
mucho menos la puntualidad y exhistencia de los repuestos con que han de facilitar
el efectivo cumplimiento de la contrata y que no concurren las circunstancias
de fallido en Don Josep Basora y Roger"[27].
El intendente
de Cataluña, Antonio de Sartine, dispuso que Josep Troch y Avellanos
escribano de la intendencia[28] realizara
un inventario y peritaje de los bienes de ambos grupos competidores. La medida
de la intendencia movilizó a ambos grupos para presentar dentro de los
plazos convenidos la lista de bienes muebles e inmuebles por valor de la fianza
planteada por la Marina. Josep Basora consiguió formar un grupo de avalistas
procedente de su propia familia[29]. El
grupo de los interessats presentó unas fianzas mucho más
variadas fruto de su propia composición diferenciada[30].
Una vez entregados y ratificados estos avales en las dependencias de la intendencia
se enviaron de nuevo a la Corte para que se continuara con la elección
de la mejor oferta.
Renovación
del asiento de Josep Basora i Roger (1738-1739).
Las últimas
modificaciones de las propuestas presentadas por Basora y los interessats
revelan que éstos últimos parecen dar por perdida la contrata.
La proposición final de Basora era mucho más atractiva para la
Marina que la homónima de los comerciantes catalanes: es el que ha presentado
los precios más bajos, pedía una subvención más
baja y comprometiéndose a devolverla en menor plazo y se avenía
a entregar para su supervisión los géneros fabricados en el propio
arsenal. En cierta manera la actitud de Josep Puiguriguer y Agustí Gibert
parece denotar que han llegado al límite de lo aceptable en el concepto
que ellos tienen del negocio del asiento de jarcia y no piensan arriesgar más.
Incluso la propia mujer de Gibert le recrimina su afán de aventuras nuevas
en el campo de los arrendamientos oficiales cuando le dice "pues darrera de
negosis de Rey, vos perdreu tots"[31].
Ante la
desgana general de los interessats, la Marina centró sus esfuerzos
en terminar de ajustar el contrato con Basora por la urgente necesidad de suministro
se agudizan los problemas de guardacostas españoles y buques ingleses
en el Caribe como preparación de la guerra del asiento o Oreja de Jenkins-.
El asiento quedó firmado finalmente en diciembre de 1738, pero la cédula
de aprobación se extendió oficialmente el 25 de febrero de 1739.
Contemplaba una duración de diez años establecidos entre el primero
de enero de 1739 hasta el 31 de diciembre de 1748. Josep Basora se comprometía
a fabricar para la Armada la cantidad de 6.000 quintales de jarcia para el arsenal
de La Carraca, mientras que para el de Cartagena 1.500 quintales. La previsión
de la Marina por un eventual conflicto que urgiera el armamento y construcción
de buques llevó a que se incluyera un apartado en que se comprometía
al asentista a aumentar las antecedentes cantidades hasta los límites
de 12.000 quintales en Cádiz y 3.000 quintales en Cartagena.
NOTAS
[1]M.
Díaz Ordóñez, "La fabricación de jarcia en España: el reglamento de Jorge Juan,
1750" en El derecho y el mar en la España moderna, Granada. 1995 y especialmente
M. Díaz Ordóñez, "La burguesía barcelonesa, el asiento de jarcia y el comercio
con América", pp. 157-158 en John R. Fisher (Ed.), Actas del XI Congreso Internacional
de Ahila, Liverpool. 1998. Págs. 156-183.
[2]D.
Lever, El Ancla de la Esperanza del jovén Oficial de Marina, o Clave que sirve
de guía del Arte de Aparejar y de la Maniobra práctica (1794), traducida por
B. Vallarino, Madrid, 1842. Copia facsímil, Valencia, 1995. Pág. 1.: "Las jarcias
de los buques se componen de un número de cabos de varias dimensiones que sirven
para asegurar los palos y lasvergas, presentar estas en diferentes posiciones,
y largar y aferrar las velas".
[3]Una
aproximación al planteamiento inicial de la reforma naval borbónica en la primera
mitad del siglo XVIII Cfr. J. P. Merino Navarro, La Armada española en el siglo
XVIII, Madrid. 1981. pp. 17-29.
[4]En
1731 sale de Barcelona una expedición para reclamar los derechos hispanos sobre
los ducados de Parma, Plasencia y Toscana. Un año después, en junio de 1732,
se envía una escuadra a Orán y Mazalquivir comandada por el conde de Montemar,
y más tarde se realizará una nueva salida para atajar la osadía de los corsarios
argelinos en el Mediterráneo. Sobre la expedición a Orán Cfr. el documento "Relación
de lo acaecido en navegación de la Armada (...) en la conquista de la plaza
de Orán, en 1732" en Revista de Historia Naval, nº54 (1996), pp. 119-126.
[5]En
este sentido podemos destacar los dos contratos realizados por la intendencia
de Cataluña en 1733 en beneficio de miembros del gremio de corders de Barcelona
en el marco de las expediciones al Magreb. Arxiu de la Corona de Aragó (en adelante
ACA), Intendencia, 2-18.
[6]M.
Díaz Ordóñez, "La fabricación...", pp. 402-404; y M. Díaz Ordóñez, "La burguesía
barcelonesa…, pp. 157-158. En alguna documentación Josep Basora figura como
comerciante, denominación muy común, y por lo tanto confusa, si atendemos al
hecho de que la actividad del gremio de sogueros tenía un marcado cariz comercial,
especialmente por su actividad de distribución y mercadeo de los géneros de
cáñamo entre los patrones de la flota mercante del litoral catalán. A pesar
de ello debemos indicar que su nombre figura inscrito en el listado de pagos
al catastro por el gremio de corders, sogueros en catalán.
[7]Las
biografías de estos comerciantes, así
como sus relaciones comerciales ya han sido estudiados en diferentes obras,
por los que considero innecesario consignarlas aquí. Cfr. P.Vilar, Catalunya
dins l'Espanya Moderna, Barcelona, 1987, Vol IV, principalmente en el capítulo
III. L'estructura del capital comercial o el mecanisme del guany mercantil,
pp. 476-479 y 490-502; C. Martínez Shaw, Cataluña en la Carrera de Indias, 1680-1756,
Barcelona, 1981 pp. 65-67; P. Molas Ribalta, Los gremios barceloneses en el
siglo XVIII, Barcelona, 1970, pp. 331 y 335.
[8]M.
Díaz Ordóñez, "La burguesía barcelonesa
pp. 158-160.
[9]P.
Vilar, Catalunya..., Vol. IV, pág. 479: "Així, pel seu
lligam cada vegada més estret amb Puiguriguer, del qual tornarem a parlar, i
per mitjà d'una companyia especialitzada en el proveïment de la marina, l'empresa
Alegre es troba prop de la gran innovació del moment: el comerç americà i l'armament
per a les Índies".
[10]
J. MercaderRiba, Felip V i Catalunya,
Barcelona, 1985. Pág. 208: "Però tot fa pensar que als anys subsegüents aquesta
actividad paramilitar i la col.laboració preciosa entre l'administració i proveïment
de les forces armades radicades al Principat i els representants d'una nova
burguesia que sorgeix amb sobrat ímpetu i confiança en l'esdevenidor, tendirà
a fer-se més estreta i més fructífera".
[11]
Agustí Gibert no había entrado en contacto con la familia
Alegre a consecuencia de su enlace matrimonial con Maria Antònia, hija de Miquel
y Maria Alegre, en marzo de 1737, sino que él mismo era primo de Josep Alegre
de Reus, otra rama de esta familia. Su trabajo debía ser muy bien considerado
ya que la correspondencia de la Casa Alegre lo sitúa, a partir de la década
de los 30, como gestor y, poco más tarde, como administrador de la empresa,
probablemente ascendido por la defunción de Miquel Alegre. Es por esto que en
el desempeño de sus funciones de administración de la Casa Alegre consigne algunos
documentos al negocio del asiento de jarcia. Biblioteca de Catalunya de Barcelona
(en adelante BCB). Correspondencia privada (sin catalogar). 1733-1737.
[12]Arxiu
Històric de Protocols de Barcelona (en adelante AHPB), Miquel Cabrer, Onceavo
manual. Fol 3 3 v - 34 r. 1.II.1738. Es el nombramiento de Antonio Basora como
procurador y apoderado para tratar el asunto del "Asiento de jarcias y Betunes
para la Real Armada". El pliego del soguero barcelonés era idéntico al presentado
en 1733 y respetaba los mismos precios y condiciones que se habían contemplado
en aquella ocasión.
[13]La
colaboración de Francesc Aparici con
los socios barceloneses se extendería también durante la ejecución del asiento
que posteriormente conseguirían en 1740, representando sus intereses en el pleito
establecido en su contra por el gremio de corders de la ciudad condal en 1745.
Bibliotèca de Catalunya de Barcelona (en adelante BCB), A.J. 4/10. Los ingresos
de Francesc Aparici por el motivo de esta causa seguida en la Real Audiencia
se encuentran en BCB. ARX. 518.
[14]Ibídem.
El sistema de setzéns en la financiación de la barca se basaba en el reparto
del capital inicial necesario para la construcción de la nave en un número determinado
de partes. Dichas partes, normalmente dieciséis -de ahí la denominación setzéns
en catalán-, eran suscritas entre los diversos interesados en la financiación
del buque.
[15]Cfr.
C: Martínez Shaw, Cataluña..., pp. 25-32.
[16]BCB,
Alegre-Aparici-Roig, Caixa 1 (14). 4.X.1738
[17]Ibidem.
[18]BCB, Alegre-Aparici-Roig,
Caixa 1 (14). 4.X.1738
[19]Después
de participar en un asiento en enero de 1733, como miembro del gremio de corders
de la ciudad, se había hecho cargo el 4 de febrero de aquel mismo año, pero
esta vez a título individual, de una ampliación de aquel. ACA, Intendencia,
2 - 18.
[20]Ibidem.
[21]José
Inocencio Aparicio acabará siendo apoderado de los asentistas.
Pero su relación con la Casa Alegre ya era antigua, básicamente centrada en
sus contactos con Jaume Planell i Pinòs mientras éste administró el Negoci de
Madrid. BCB, Arx. 354 y 355.
[22]Archivo
General de Simancas (en adelante AGS), leg. 602. José Inocencio Aparicio a Zenón
Somodevilla; Madrid, 13.IX.1738.
[23]AGS,
Marina. Leg.602.
[24]A.H.P.B.,
Miquel Cabrer, Onceavo manual, folº 429 r - 430 r. 1.X.1738. Nombra como nuevo
apoderado a su padre Josep Basora en su representación para los otorgamientos
del "Asiento de Jacia".
[25]AGS,
Marina. Leg.602. Noticia de los tres últimos asientos de jarcia.
[26]AGS,
Marina. Leg. 602. 17.XI.1738.
[27]AGS,
Marina. Leg.602. Zenón Somodevilla a Antonio Sartine; San Lorenzo, 19.IX.1738.
[28]El
escribano mayor titular de la intendencia era Jerónimo
Sastre Pascual que estaba ausente de su dependencia por ésta época.
[29]Como
principal fiador aparecía su padre Josep Basora declarando
4.400 libras barcelonesas derivadas de diferentes censales extendidas a su favor;
1.858 libras por valor de diferentes tierras dedicadas al cultivo en El Clot
(Barcelona); 30.000 libras que comprenderían el precio de venta de los útiles
y cáñamo en rama existentes en el almacén de su propiedad; 4.200 libras que
sobre las partes o setzens de su propiedad en diferentes barcas; y, por último,
el valor de los bienes inmuebles que poseía, donde se incluían tanto los que
son su vivienda, como los que explota en forma de arrendamiento y que importan
13.000 libras en Barcelona, 6.500 en Mollet del Vallès, 14.000 libras en Nª
Senyora del Coll de Horta (Barcelona) y 1.519 libras en Gracia (Barcelona).
Entre sus cuñados el más adinerado era Gabriel Espinàs que aportaba 12.000 libras
a la empresa, fruto de su trabajo como botiguer de telas de Barcelona. Pere
Joan LLagostera, adroguer de Tarragona, interesaba la suma de 5.000 libras,
igual cantidad por la que respondería Josep Rams argenter de Barcelona. Pau
Vilallonga, quién al parecer no mantenía ningún lazo familiar con la familia
Basora, garantizaba 5.000 libras y su nexo probablemente nacería de su amistad
o asociación con Josep Rams, ya que ambos eran argenters.
[30]Ignasi
y Joan Buxó comprometían 8.772 libras que importaban el valor de dos molinos,
uno harinero y el otro papelero, sitos en Ripollet (Barcelona); 8.847 libras
por el peritaje de las casas que poseían en Ripollet y 1.506 libras por la casa
y almacenes que tenían en Barcelona; como rentas derivadas de censales aportaban
300 libras. Josep Puiguriguer, por su parte, presentaba 14.560 libras en diferentes
conceptos -una casa en la esquina de la calle Montcada de Barcelona valorada
en 6.614 libras y 9 sueldos y una deuda establecida por la Curia del Corregidor
por la reparación de su casa, substanciada en 7.946 libras 2 sueldos y 8 dineros-.
Justificaba además que era el heredero universal de su padre, Joan Puiguriguer,
aunque no precisaba en cuanto se podría valorar dicha herencia. Por último,
se presentaba el valor establecido de la Compañía de María Alegre i Guix, administrada
por su yerno Agustí Gibert, que era valorada en 33.000 libras.
[31]BCB.
Agustí Gibert i Xurrich: Correspondencia sin catalogar, 1735 - 1740. 22.X.1740.
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