Antonio FERNÁNDEZ LUZÓN
LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA EN EL SIGLO XVI
Barcelona, Universitat de Barcelona, 2005
José PARDO TOMÁS
Institució Milà i Fontanals (CSIC)
La aparición de la obra que reseñamos significa, a nuestro entender, el principio del fin de ese "capítulo desdichado" –como el propio autor etiqueta con acierto– en la historia de la cultura en la Cataluña moderna. Porque hasta este momento resultaba verdaderamente clamorosa la ausencia de un estudio actual, riguroso y ambicioso de la principal institución universitaria del Principado. El libro de Fernández Luzón reúne esas tres cualidades de manera notable y permite situar los conocimientos e interpretación acerca de la evolución histórica y el peso cultural del Estudi General de Barcelona al nivel en que se hallan los referidos a otras importantes universidades hispánicas. En efecto, hasta ahora la bibliografía disponible sobre la historia de las universidades de Salamanca, Valencia, México, Valladolid o Alcalá en los tiempos modernos, ha hecho posible que 'figuren en el mapa' de la historia de las universidades a escala internacional, en penoso contraste con el caso de Barcelona. El propio Fernández Luzón no rehúye el reto de tratar de explicar las causas historiográficas, ideológicas y políticas que explican este contraste (pp. 13-18). A partir de la aparición del libro de su libro, el panorama cambiará, sin duda alguna. Y todos hemos de felicitarnos por ello.
Pero, como también señala el autor, además de causas como las apuntadas, ha existido hasta ahora un serio handicap, si se quiere meramente "técnico" pero difícil de salvar, que resulta sintomático de la existencia de serias debilidades en la formación y el rigor metodológico de una parte de los historiadores modernistas catalanes. Me refiero al "escollo de las fuentes", como lo llama Fernández Luzón. A las notables dificultades paleográficas y de deterioro de la documentación, se unía la necesidad de vaciar series muy voluminosas pero imprescindibles para conocer la marcha de una institución como la Universidad de Barcelona. Por no hablar de la necesidad de reunir conocimientos específicos sobre unos saberes (científicos, jurídicos, teológicos, filosóficos) muy alejados de los actuales que se asimilaban, elaboraban y difundían en el seno de esa institución.
La obra no renuncia, pues, a un rigor heurístico y metodológico, pero además acomete un planteamiento ambicioso: la "historia global" de la universidad barcelonesa durante un dilatado período. Para ello, no se limita a cuestiones obvias en cualquier estudio institucional: el entramado hacendístico, el personal, el régimen docente, las jerarquías institucionales, la condición y procedencia de los estudiantes, etc.; sino que, además, se preocupa por analizar la relación compleja y estrecha del Estudi con los diversos poderes sociales y culturales, la producción científica de sus profesores y la huella dejada por las principales corrientes culturales de la época.
Se comprenderá que estructurar la exposición de resultados de este ambicioso plan en un libro de dimensiones publicables y legibles haya resultado muy complicado. De hecho, me da la impresión que es quizá una de las cosas que más esfuerzo ha requerido por parte del autor en la fase final de su trabajo, consciente de que no existía una fórmula perfecta. La estructura actual del libro, en trece capítulos agrupados en cuatro partes, es una solución aceptable, sin duda, aunque no sé si la más acertada. En todo caso, es una solución que corre el riesgo de enmascarar en una ordenación que parece a primera vista muy tradicional (orígenes, estructura y recursos, régimen docente y personal) los resultados más valiosos y la atractiva interpretación global de los mismos que hace Fernández Luzón.
La primera parte acomete, como acabamos de indicar, el tema de los orígenes de la universidad barcelonesa que se alargan, como mínimo, durante siglo y medio. En ese aspecto, pese a que en principio esta es la parte de la historia de la institución que mejor se ha estudiado (no en vano, contamos con la inexcusable obra de A. de la Torre y Jordi Rubió, de 1971, y con las diversas aproximaciones al tema por parte de Salvador Claramunt, prologuista, por cierto, del libro que ahora reseñamos), las novedades aportadas por este libro acerca del funcionamiento de los precedentes Estudios de Artes y Medicina y el proceso hacia el establecimiento de un 'Estudio General' en 1559 (pp. 33-44), resultan muy esclarecedoras, no sólo de la variada casuística institucional en lo que a estudios universitarios o extrauniversitarios se refiere, sino también del desarrollo y vitalidad de corrientes intelectuales como el humanismo o el erasmismo en la Barcelona de la primera mitad del siglo XVI (pp. 44-63).
La segunda parte se dedica, tras una breve panorámica de la universidad en Europa, Castilla y la Corona de Aragón (pp. 67-86), al análisis de la estructura jerárquico-administrativa del Estudio General entre 1559 y 1600, para pasar después a un ejemplar análisis (sobre todo por su claridad en un asunto a menudo mal "digerido" por los que lo abordan) de la hacienda universitaria (pp. 87-120). Las conclusiones de Fernández Luzón en este aspecto son contundentes y sólidamente fundamentadas: la universidad "se mostró muy aquiescente con el poder municipal" (p. 108); cosa nada extraña, ya que "careció de apoyo financiero de la Corona y apenas si contó con algunas ayudas de la Iglesia local", es decir que, como él mismo afirma, "no hubiera subsistido sin las aportaciones de la hacienda municipal: este hecho reforzó la subordinación a la ciudad que lo sostuvo, nombró autoridades y catedráticos y actuó como máxima instancia legislativa y gubernativa."(p. 118).
La tercera parte se dedica al régimen docente, los planes de estudio y la elección de profesores. Sus cinco capítulos están en función de la estructura de los estudios: gramática, retórica y lenguas (pp. 123-145), filosofía, matemáticas, astrología, y metafísica (pp. 147-162), leyes y cánones (pp. 163-185), medicina (pp. 187-212) y teología (pp. 213-239). Es aquí donde, a mi modo de ver, pese a la estructura aparentemente tradicional de la exposición, el lector hallará las aportaciones más valiosas del libro, puesto que el análisis de las características de los saberes académicos y de la actividad intelectual de los profesores del Estudio marcan un antes y un después en nuestro conocimiento sobre el mundo intelectual y cultural de la Barcelona del siglo XVI.
La cuarta parte está centrada en el análisis sociológico de los profesores (pp. 243-261) y estudiantes (pp. 281-297), incluyendo en el medio un capítulo fundamental dedicado a la proyección política del profesorado universitario (pp. 263-280). Todo ello permite calibrar el peso específico y relativo de la institución académica barcelonesa, a medio camino entre la proyección meramente local y la aspiración de trascender ésta para convertirse en un foco de atracción de estudiantes y profesores de otras procedencias. El papel conservador de los "valores institucionalizados" parece fuera de duda tras el análisis que hace Fernández Luzón, lo que le lleva a afirmar que en la universidad de Barcelona "el desarrollo de los saberes siempre fue interesado, tanto para satisfacer la creciente demanda de funcionarios como para reproducir el ordenamiento social y político" (p. 294).
En las breves páginas del epílogo (pp. 299-304), Fernández Luzón traza con mano firme las principales conclusiones de su estudio y ofrece una interpretación general acerca del significado político y cultural de la Universidad de Barcelona en sus primeros tiempos de andadura que confirman la profundidad y el interés de sus aportaciones, que rebasan ampliamente las de un estudio meramente institucional.
Completan la obra los apéndices con las listas de cátedras y catedráticos del estudio de artes (1508-1559), grados y autoridades del estudio de medicina y artes (1538-1559), nombramiento de catedráticos (1559-1597, hasta 1606 en el caso de medicina) (pp. 305-334), y la bibliografía (pp. 335-342).
Para terminar esta reseña, no me resisto a exponer una última consideración. El autor de este libro es profesor de historia en un centro de enseñanza secundaria e infatigable autor de artículos, reseñas y publicaciones de divulgación. Estas dos facetas, pues, vienen a añadirse a la de investigador, tarea que Fernández Luzón viene desempeñando desde hace años, como este libro y sus artículos en revistas especializadas demuestran bien a las claras. En los tiempos que corren, esta triple dedicación es vista con desconfianza por aquellos que defienden la estrechez de miras que pretenden imponer tanto la burocracia administrativa como los intereses corporativistas sobre el oficio de historiador. Me parece que Fernández Luzón representa ejemplarmente a todos aquellos que no se han plegado a estrechar de ese modo sus horizontes y continúan practicando la investigación, la enseñanza y la divulgación, porque aprendieron de sus maestros que todo ello forma parte de le métier de l'historien.